Sanjurjo un general alfonsino carlista por los cuatro costados.
- barondelprogreso
- hace 6 días
- 6 Min. de lectura

El Museo del Carlismo de Madrid publica un interesante artículo titulado Sanjurjo un general alfonsino carlista por los cuatro costados, que por su interés reproducimos a continuación, no sin agradecer a Javier Urcelay su encomiable labor investigadora y divulgativa:
En agosto de 1932 se produjo el fallido golpe de Estado del general Sanjurjo, héroe de Marruecos, donde había ganado la medalla militar individual y la laureada de San Fernando y dirigido el exitoso desembarco de Alhucemas. En 1934, Manuel Fal Conde accedió a la jefatura nacional de la Comunión Tradicionalista y empezó a trabajar con vistas a un levantamiento contra la República. A finales de 1934 e inicios de 1935, Fal Conde estableció contactos secretos con Sanjurjo, exilado en Estoril. Fal necesitaba un jefe militar de prestigio para encabezar la futura insurrección carlista y dotarla de legitimidad nacional. El objetivo era convencer a Sanjurjo para que asumiera el mando supremo del alzamiento que los carlistas estaban preparando de manera independiente del Ejército. Sanjurjo aceptó la propuesta y se comprometió a regresar a España cuando el levantamiento estuviera preparado. Durante 1935, Fal Conde y el general Sanjurjo avanzaron en un proyecto carlista autónomo sin participación de los militares conspiradores del Ejército. El carlismo revitalizó el Requeté, se organizaron depósitos de armas y se estudiaron las rutas de paso desde Portugal para que Sanjurjo entrara a España cuando estallara el levantamiento. Sanjurjo debía ser “Jefe del Ejército Tradicionalista” o incluso “Jefe del Estado provisional” en caso de éxito. El acuerdo incluía que, tras la victoria, se instauraría un régimen tradicional y católico
A comienzos de 1936, tras el triunfo del Frente Popular, la situación política se radicalizó y el general Mola, desde Pamplona, comenzó a tejer una conspiración militar más amplia y buscó el apoyo de los carlistas. Fal Conde respondió que los carlistas sólo se levantarían bajo el mando de Sanjurjo, no de otro general republicano o monárquico. Fue entonces cuando Sanjurjo se convirtió en el punto de unión entre los planes carlistas y la conspiración militar. El general Sanjurjo aceptó ser jefe supremo del futuro levantamiento nacional, a condición de mantener cierta independencia para el carlismo.
Cuando el 17 y 18 de julio de 1936 se produjo el alzamiento, Sanjurjo debía volar desde Portugal para asumir el mando. El 20 de julio, el avión que lo trasladaba se estrelló al despegar, causando su muerte.
Con ello, Fal Conde perdió a su aliado más importante, y la dirección del levantamiento pasó al general Franco. El resto de la historia ya es conocida.
El general Sanjurjo no era carlista, sino un militar monárquico alfonsino, pero había tenido contactos con Fal Conde desde que éste le visitara como jefe regional carlista de Andalucía, estando él preso en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz. Fal Conde veía en Sanjurjo un militar respetuoso de la identidad carlista y un posible garante de una futura monarquía tradicional. Sanjurjo, por su parte, admiraba la disciplina y la lealtad del carlismo. Razones no le faltaban para ello, porque el general Sanjurjo, nacido en Pamplona el 28 de marzo de 1872, llevaba sangre carlista por los cuatro costados, es decir, tanto por parte de padre como de madre.
La madre del general Sanjurjo se llamaba Carlota Sacanell Desojo y había nacido en Angulema (Francia) durante el exilio de su padre, el coronel barcelonés Joaquín Sacanell Carmona, quien había peleado por Carlos María Isidro de Borbón en la primera guerra carlista. Los Sacanell eran una familia militar con miembros que lucharon y sirvieron en filas carlistas desde el siglo XIX. Los hermanos de su madre, Joaquín y Enrique, fueron oficiales del ejército carlista en la Tercera Guerra. Entre otros mandos, Joaquín fue jefe de Estado Mayor de la segunda Brigada/División de Navarra y comandante del batallón de Guías del Rey. En la emigración, cuando terminó la guerra en 1876, fue ayudante de Don Carlos en su exilio, y recibió el reconocimiento de su causa tras su muerte. Por su parte, su tío Enrique también participó en la Tercera Guerra en filas carlistas, con el empleo de oficial (capitán, comandante) en batallones de Navarra, incluyendo el batallón de Guías del Rey.
En cuanto a su padre, el general Sanjurjo Sacanell, era hijo de Justo Sanjurjo y Bonrostro, oficial de Caballería que abandonó su destino en Pamplona para unirse a las fuerzas carlistas durante la Tercera Guerra Carlista. Justo Sanjurjo, nacido en Cádiz el 28 de mayo de 1837, era hijo de José Sanjurjo y Zapa, alto funcionario de Hacienda, y de Dolores Bonrostro García. Ingresó como cadete en el Arma de Caballería el 23 de octubre de 1852. Como alférez, el 1 de marzo de 1856 fue destinado al regimiento de Pavía. En abril de 1862 fue destinado a la isla de Santo Domingo, que había vuelto a la soberanía española, donde fue ayudante de campo del capitán general de la isla. En diciembre de 1863 se le ordenó pasar a la Península para continuar sus servicios en el regimiento de Alcántara, 2.º de cazadores, siendo ascendido a capitán en 1865. El 6 de abril de 1867 contrajo matrimonio en Pamplona con Carlota Sacanell, de distinguida familia legitimista, y en 1872 nacería su hijo José.
Siendo ya capitán, Justo Sanjurjo ofreció su espada a Don Carlos, combatiendo en el ejercito carlista con bravura y heroísmo hasta que, ascendido a coronel y siendo jefe de la escolta de Carlos VII, halló muerte gloriosa en la victoria de Udave el 6 de junio de 1873. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Lecumberri, del valle navarro de Larrain.
A comienzos de 1873, la guerra carlista estaba ya consolidada en las Provincias Vascongadas y Navarra. Las fuerzas del pretendiente Carlos VII controlaban amplias zonas rurales, aunque las capitales y líneas ferroviarias seguían en manos del ejército liberal. La zona de Pamplona–Valle de Ollo–Larráinzar–Udave era un corredor estratégico entre el norte montañoso carlista y la llanura de la capital navarra. El objetivo de los carlistas era aislar Pamplona y forzar su asedio, mientras el ejército gubernamental trataba de mantener abiertas sus comunicaciones. Udave (Udabia o Udabe), situado a unos 30 km al noroeste de Pamplona, se encuentra en un terreno abrupto, lo que favorecía a los carlistas, expertos en la guerra de montaña. El Ejército carlista de Navarra estaba mandado por Dorregaray, y entre sus oficiales se encontraban tanto Justo Sanjurjo Bonrostro como Joaquín y Enrique Sacanell Desojo. Aproximadamente 4.000 hombres bien armados, con artillería ligera y caballería local. Los liberales, por su parte, estaban al mando del general Domingo Moriones, gobernador militar de Pamplona, que contaba con unos 5.000 hombres del Ejército del Norte, con varios batallones de Infantería de línea, Cazadores y caballería ligera.
El combate en Udave tuvo lugar el 6 de junio de 1873. El general Moriones avanzó desde Pamplona con el propósito de desalojar a las partidas carlistas que dominaban los montes de Ollo y Udave, intentando abrir el camino hacia Leiza y Tolosa. Las fuerzas de Dorregaray, bien informadas, se atrincheraron en las alturas que dominaban el valle, y cuando las tropas liberales entraron en el desfiladero de Udave, fueron atacadas por los flancos y la retaguardia. La lucha fue encarnizada, con grandes bajas por ambas partes. Los carlistas, conocedores del terreno, aprovecharon los bosques y desfiladeros para hostigar constantemente al enemigo. El ejército liberal fue rechazado y se retiró hacia Pamplona, dejando en el campo cerca de 300 bajas (muertos, heridos o prisioneros). Los carlistas ocuparon el terreno y recogieron armamento, munición y pertrechos.
La victoria carlista de Udave marcó un punto de inflexión en la guerra del norte y fue parte de la serie de éxitos que permitieron a Dorregaray y Mendiry extender el dominio carlista en Navarra y las Provincias Vascongadas durante el verano de 1873. Entre los carlistas que se batieron en Udave murieron varios oficiales distinguidos, entre ellos Justo Sanjurjo, padre del futuro general José Sanjurjo.
Esta muerte fue recordada durante décadas dentro del tradicionalismo como ejemplo de fidelidad a la causa de Carlos VII.
El periódico carlista El Cruzado Español, que empezó a publicarse en 1929, dedicó al coronel Justo Sanjurjo Bonrrostro un recuadro en su sección Los Mártires de la Lealtad. Junto al texto aparecía la foto que acompaña este artículo, que consideramos particularmente interesante porque nunca la hemos visto reproducida. El carlismo tenía ya entonces razones para honrar entre sus héroes a un Sanjurjo, antes de que otro Sanjurjo, su hijo el general José Sanjurjo y Sacanell, ocupara un sitio en su cuadro de honor.




Comentarios