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Títulos nobiliarios concedidos por Carlos VI

  • barondelprogreso
  • 2 feb 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: hace 6 días


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Carlos VI utilizó títulos de incógnito o privados en aquellas ocasiones en las que quería pasar desapercibido evitando las engorrosas servidumbres del protocolo. Entre estas dignidades nobiliarias figura la de conde de Fuensanta, además del título de señalamiento de conde de Montemolín que adoptó con una clara intencionalidad reivindicativa pues hacía referencia a una antigua encomienda confiscada a su padre en Extremadura tras el primer levantamiento carlista en defensa de sus derechos dinásticos. El título de conde de Fuensanta aludía a los baños de Fuensanta, antigua propiedad del Infante D. Gabriel (La Dehesa de Villafranca correspondiente a la Encomienda de Calatrava), posteriormente de su padre el Infante D. Carlos Mª Isidro de Borbón, hasta el 17 de octubre de 1833, fecha en que el presidente del gobierno Cea Bermúdez dictó un decreto por el que se embargaban todos sus bienes, adjudicándoselos al Tesoro.

SMC Don Carlos VI no fue pródigo en la concesión de títulos nobiliarios. El Conde de Montemolín, otorgó 8 escasas distinciones nobiliarias, como excepciones a la norma que se había impuesto de no conceder honores mientras no fuera restablecido en el trono de sus mayores.

Melchor Ferrer[i] menciona únicamente la concesión del marquesado del Ter, a favor de don Ramón Cabrera y Griñó, y el del condado de la Riera, a favor del comandante y sacerdote emigrado Juan Guitard, el 4 de noviembre de 1853, en consideración a la constante fidelidad, méritos y buenos servicios, por la brillante y completa victoria que obtuvo contra los enemigos de S. M. en el mencionado lugar. Guitard había llegado a ser comandante durante la primera guerra y también ayudante del conde de Morella.

Ramón Cabrera y Griñó, Conde de Morella, conocido con el sobrenombre de Tigre del Maestrazgo, fue agraciado con el título de marqués del Ter el 9 de febrero de 1849 por Carlos VI, si bien al reconocer, Ramón Cabrera, a Alfonso XII como legítimo Rey de España, Carlos VII, le despojó de todos sus títulos por Real Decreto de 20 de marzo de 1875.

Vicente de Cadenas, en su obra Títulos del Reino concedidos por los monarcas carlistas, cita los cinco siguientes:

Barón de Santa Matilde, en 1849, al general don Juan José González Barbaza. Hijo de don Manuel María González, Administrador de Correos y comandante primero del batallón de voluntarios realistas de Talavera de la Reina, fusilado en Villanueva de la Serena en 1833, fue alférez del regimiento provincial de Toro y al morir su padre marchó al campo carlista. Tomó parte en la primera guerra en Castilla y en Aragón, y después hizo la campaña de los matiners en Cataluña en el Estado Mayor de Cabrera. Emigró en 1849 y falleció en Marsella años más tarde.

Barón de Casa Cardona, concedido el 11 de febrero de 1856 a Don Francisco María Cardona, médico de Cámara de S.M. el Rey Don Carlos V, al que acompañó a Portugal e Inglaterra. Sirvió en la primera guerra carlista, en la que fue comandante médico adscrito al Cuartel Real. Acompañó a Don Carlos María Isidro de Borbón en el destierro asistiéndole en su última enfermedad en 1855. Médico luego del conde de Montemolín, a quien asistió en su última dolencia en 1861, quedó al servicio de la princesa de Beira. Falleció el 16 de junio de 1885, siendo enterrado en el cementerio de Santa Ana de Trieste[ii].

Carlos María de Cardona, hijo del médico de cámara de Carlos V y capitán agregado a la Secretaría de campaña del Rey, fue condenado a muerte por haber facilitado documentos secretos a la prensa enemiga y a agentes extranjeros, e indultado por Carlos VII en atención a sus antecedentes familiares. Condenado a prisión perpetua, después de degradado, fue llevado a Peñaplata donde al fin de la guerra fue liberado por los alfonsinos.

Marqués de Quintanilla, concedido a don Antonio Quintanilla y Álvarez, abogado, gentilhombre y agente secreto de don Carlos VI. El pretendiente lo autorizó en Nápoles, el 3 de agosto de 1856, para concertar un empréstito a su nombre en las Cortes de Europa, fecha en que, en reconocimiento a sus afanes y a los méritos de su padre y antepasados en servicio de la Corona, le otorgó el título de marqués de Quintanilla.

Marqués de Cubilla, el 11 de marzo de 1860, al conde de la Laguna. Figura en la Relación 4ª, n.º 38, legajo 760 del Archivo de S.A.R. el Duque de Madrid.

Conde de Ortega, en 1860, a título póstumo, a don Jaime Ortega y Olleta, capitán general de las Islas Baleares y promotor de la acción de San Carlos de la Rápita, fusilado en 1860[iii].

Además de estas concesiones está documentado el título de Barón del Progreso, concedido en 1847 a favor de don José Antonio Sacanell Carmona, gentilhombre de SMC Don Carlos V al servicio de los Infantes don Carlos Luis y don Juan de Borbón y Braganza, ya en tiempos de Fernando VII[iv]. Carlos VI le nombró posteriormente Barón de Casa Sacanell, si bien convino en no expedir dicho título hasta su entrada en Madrid[v]. José Antonio Sacanell distinguió notablemente, junto a su hermano Joaquín, coronel de Infantería, en la primera guerra civil, no separándose de Don Carlos ni en los tiempos de paz ni en los peligros y fatigas de la contienda. Figuró de los primeros en la célebre expedición que realizó Carlos en el año de 1837 por Aragón, Cataluña, el Maestrazgo y Castilla. Al concluir la primera guerra carlista José Antonio Sacanell pasó al destierro con don Carlos, al que siguió a Francia, Italia, Inglaterra y Austria, dándole sepultura en Trieste en 1855. Participó en la fuga de Carlos VI de Bourges, y estallada la guerra de los matiners o segunda guerra carlista, debido al fracaso de las negociaciones para casar a Isabel II con el pretendiente carlista, fue comisionado a la corte del ducado de Lucca. Pasó luego a ser gentilhombre de don Juan, conde de Montizón, y por último lo fue de doña María Teresa. Fue Mariscal de Campo. Falleció en Trieste en 1874, siendo enterrado en el cementerio de Santa Ana.

L’Osservatore Romano publicaba en 1874 la noticia de su muerte transmitida desde Trieste por don José de Villavicencio, conde de la Constancia: “El leal y fiel servidor de la casa Borbón don José Antonio Sacanell, mariscal de campo, falleció a los 74 años, siendo enterrado en la tumba de la Condesa de Molina, de la que era entonces su gentilhombre, tras una vida consagrada al cumplimiento del deber del honor cuya fidelidad heredó su ilustre familia. Sus sobrinos, Enrique y Joaquín Sacanell Desojo, no se resignaron a continuar formando parte de un ejército puesto al servicio de una Republica que estableció un odioso y repugnante sistema de persecución por cuyo motivo tomaron la absoluta y en 1872 ingresaron en las filas de Don Carlos”. Don Joaquín Sacanell fue agraciado en 1890 por Carlos VII con la faja de general de Brigada, prestando al lado de dicho Augusto Señor el servicio de ayudante de campo en el Palacio de Loredán de Venecia hasta su fallecimiento en diciembre de 1905[vi].

Curiosamente, ninguna de estas dignidades aparece en la guía oficial de títulos de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España y Títulos del Reino, a excepción del marquesado del Ter que, pasó a ser Título del Reino por Real Despacho de revalidación, en 3 de septiembre de 1876, dado por Alfonso XII, como precio a su traición. Carlos VII publicó un decreto declarándole traidor y privándole de todos los títulos concedidos por él y sus augustos predecesores Don Carlos V y D. Carlos VI. La guía atribuye además erróneamente, como hacen el Barón de Cobos de Belchite y Vicente de Cadenas, la concesión de este título a don Carlos María Isidro de Borbón en 9 de febrero de 1849, cuando el 18 de mayo de 1845 había abdicado en su hijo don Carlos Luis de Borbón y Braganza.

Pese a esta falta de reconocimiento público oficial, conviene recordar que estos títulos nobiliarios otorgados por Carlos VI forman parte de la historia de España, y que el recuerdo de estos hombres y de los ideales que defendieron no sólo constituyen parte inalienable de nuestra memoria histórica, sino que representan además un ejemplo de honor y lealtad de quienes bajo el lema “Dios, Patria, Rey” entregaron sus vidas, en beneficio último de España

[i] FERRER, M. Historia del Tradicionalismo Español. Editorial Católica Española. Sevilla. 1959.

[ii] SACANELL, E. El cementerio de Santa Ana. La Legitimidad de Carlos V. Madrid. Aportes nº49.

[iii] CADENAS, V. La sucesión en las mercedes nobiliarias otorgadas por los monarcas carlistas. Madrid. Hidalguía. 1959

[iv] José Antonio de Sacanell. Continuación de mis vicisitudes en la emigración que contiene los años de 1839 hasta el de 1848. Datado en Génova, el 3 de febrero de 1848.

[v] José Antonio de Sacanell. Continuación de mis vicisitudes en mi emigración al extranjero. Años 1839-1871.

[vi] Joaquín Sacanell Desojo, Ayudante de campo y secretario de Carlos VII figura como marqués de Sacanell en una publicación del Noticiario Extremeño del año 1904, desmintiendo un supuesto atentado contra Don Carlos.

 
 
 

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